Tercero: Géminis

Si aún no lo han hecho, les recomiendo leer el artículo que explica cómo se puede ver el zodíaco como una colección de doce tipos psicológicos y así adquirir contexto.

Con Géminis llegamos a la etapa final de la experiencia primaveral. La cruda e impetuosa Fuerza del Día de Aries alcanzó un nivel más fructífero y tranquilo en Tauro debido al trabajo del hombre. La energía dinámica de la naturaleza se convirtió en un poder orgánico para desempeñar una función en la estructura de la vida. La tarea ahora es ampliar la capacidad de relaciones humanas y, en definitiva, de todo tipo de relaciones, tanto internas como externas. En general, el tipo psicológico de Géminis desea ampliar su esfera de experiencia, proyectando la energía de sus sentimientos sobre una multitud de objetos y personalidades desconocidos.

La Fuerza de la Noche disminuye a su mínima intensidad en Géminis, sólo teniendo lo justo para representar la matriz familiar y sus tradiciones colectivas, las sutiles costumbres que se adhieren a la impaciencia de la juventud para salir de cualquier esclavitud al pasado donde aún se encuentran sus raíces. El individuo Géminis rechaza sistemáticamente dicha esclavitud, aunque su exagerado sentido de independencia no sea más que una reacción negativa contra todo lo que todavía lo ata a los niveles más profundos de su propio subconsciente. Alcanza una libertad ilusoria luchando contra la colectividad ancestral, mientras que la verdadera libertad se basa en la liberación de aquello que ha sido realizado conscientemente, sólo para ser considerado más tarde como esclavizante y tal vez sólo conservado como apoyo. En Géminis, la Fuerza de la Noche es completamente negativa, una fuerza invertida que alimenta complejos psicológicos sutiles que se proyectarán de forma subconsciente.

La juventud, sin embargo, no tiene tiempo que perder en complejos, ni en analizar cómo sus impetuosos deseos condicionan sus actos para salir de las relaciones establecidas en la vida familiar. Lo único que quiere es alcanzar nuevos horizontes de un modo u otro, asociar la personalidad en ciernes, aún incierta, a la multiplicidad de nuevos factores. A nivel puramente biológico, la materia prima de una actividad asociativa son huellas, sensaciones nerviosas y reacciones inmediatas a los impactos que llegan conscientemente a los sentidos. A nivel mental, la combinación de la memoria, las comparaciones y la formación de imágenes mentales expresadas a través de las palabras, son fases de la actividad que desarrolla el intelecto mediante el uso del lenguaje. Al principio, este proceso se limita al entorno inmediato, a través del cual el individuo Géminis se relaciona con un número creciente de facetas de la naturaleza humana.

Necesidad de Clasificar

El lenguaje en Géminis se encuentra en su etapa inicial: la mente nace con el fervor creativo de la Fuerza del Día primaveral. Tenemos así al poeta, un artista de la palabra que expresa su individualidad, construyendo su propia personalidad a través de la memorización y exposición de experiencias particulares. Para él, las palabras se originan en experiencias de vida profundamente personales, mientras que el filósofo en Sagitario busca un significado universal condicionado por las experiencias sociales. La Fuerza de la Noche en Sagitario actúa con gran intensidad para concentrar y vincular factores distantes mediante la generalización. En Géminis, sin embargo, la intensa Fuerza del Día tiende hacia la particularización y personificación. El proceso de “expansión de vida” en Géminis se trata de una expansión individual de experiencias concretas con el objetivo de formar una personalidad más la base sobre la cual dicha personalidad actuará: el hogar de Cáncer.

En un nivel más complejo, Géminis necesita clasificación. La Fuerza del Día aporta tanta energía que se siente mareado por la complejidad de su experiencia de vida, ya que apenas puede seguir el ritmo de las muchas cosas que toca, siente, piensa o experimenta, y todo le parece nebuloso. Hay tantas imágenes, olores, sentimientos y emociones que necesita un orden concreto; de lo contrario, su floreciente personalidad sería incapaz de afrontar una “expansión” tan intensa de su ser. Así, vemos que Géminis necesita clasificar, establecer categorías sobre todo lo que está aprendiendo, requiriendo el uso de palabras que le ayuden a recordar las experiencias fugaces y su fragancia, y debe infundir todos los contactos humanos con patrones lógicos.

El Poder de Nombrar

Nombrar es esencial para la persona Géminis. A través de los nombres puede abordar sus sentimientos personales, pues los nombres son palabras que proyectan la clasificación adecuada de sus experiencias y sentimientos. Los nombres sirven como pantallas para proteger la personalidad aún inmadura del impacto de experiencias imprevistas, sirven para sentirse segura y en territorio familiar. Rudhyar señala que la búsqueda de seguridad personal e intelectual en medio de experiencias en constante cambio dio origen a la lógica griega, que más tarde condujo a la ciencia europea tal y como la concibió Descartes. La lógica y los conceptos éticos de “bien” y “mal” surgieron de la necesidad de seguridad de los hombres inmersos en el flujo incesante de experiencias invocadas por la Fuerza del Día y del deseo ansioso por todo lo nuevo: sensaciones, sentimientos, emociones y sueños. Fueron creados originalmente para los pioneros que entraron en nuevos reinos de experiencias psicológicas personales, reinos que rápidamente se llenarían de salvaguardias y tabúes para aquellos considerados débiles o imprudentes.

Las palabras son dispositivos de seguridad que reducen lo extraño a una normalidad colectiva. La lógica y la ética son sistemas que fijan límites más allá de los cuales la catástrofe aparece como una amenaza para las personas con más iniciativa. Estas estructuras se desarrollarán adecuadamente como factores sociales en la fase de Sagitario, pero deberán desarrollarse inicialmente en Géminis. En esta etapa se crean para satisfacer una necesidad personal que surge al afrontar nuevas experiencias, que pueden relacionarse con el pasado al darles un nombre. Ésta es la creatividad del poeta, y al principio todos los poetas son “magos”. Es el individuo Géminis quien otorga los nombres, el mago capaz de controlar las fuerzas de la naturaleza a través de sus “verdaderos nombres”. Las Palabras de poder, los hechizos mágicos y las fórmulas son formas primitivas de poesía y, a la larga, toda cultura surge de los primeros intentos de encontrarse con las extrañas y misteriosas entidades de la noche.

El Lado Oscuro I

En Géminis, el hombre siente la inminente llegada de la Fuerza de la Noche en el solsticio de verano y sabe que tendrá que afrontarla. Por ello, hace preparativos construyendo un hogar donde recibirá a un extraño que, al mismo tiempo, será el amado. De ese encuentro nacerá la personalidad en su totalidad. Hay tantas posibilidades peligrosas para el ser en tal confrontación que hay que restringirla, encerrarla detrás de más nombres y más tabúes. De todo esto surgen los conceptos de matrimonio, vida hogareña, monogamia y todas las normas éticas y sociales que rodean este encuentro del yo con el otro.

Las inseguridades de Géminis, sin embargo, son diferentes a las de Aries. No se trata de un simple miedo a ser retomado por el pasado, sino de la comprensión concreta de que es necesario establecer ciertas estructuras para evitar perder completamente todo lo que se vive, o tener la personalidad dispersa en una multiplicidad de reacciones incoherentes derivadas de nuevas experiencias. La comprensión completa de la actividad humana en la fase de Géminis debe tener como base la identificación con dos tipos de correspondencias orgánicas, las cuales son conexiones asociativas. Durante esta fase existe la posibilidad de transferir nuestra consciencia de un nivel a otro, por lo que el individuo Géminis a veces enfrenta problemas psicológicos.

Correspondencias de Tierra y Aire

El primer tipo de correspondencia pertenece al reino de Tauro, es la correspondencia terrestre simbolizada por el hecho de que todas las plantas que crecen en nuestro planeta tienen sus raíces en el mismo suelo, la pedósfera, una capa continua; incluso bajo los océanos. Este tipo caracteriza esencialmente todos los vínculos que surgen del signo de Tauro: correspondencias a través de las “raíces del ser” (contacto físico, alimentación, sexo, etc.), conexiones definidas a través de un vínculo común con la Tierra y con el factor “fecundidad”.

El otro tipo de correspondencia unificadora se establece a través del aire, el aire que respiran todos los organismos vivos, desde las plantas hasta los animales y, por supuesto, los seres humanos. Concretamente y en realidad, estamos unificados a todos los organismos que respiran. Es un hecho que el aire que admitimos en lo más profundo de nuestro ser, nuestros pulmones y nuestra sangre, es el mismo aire que poco antes respiraron prostitutas, líderes espirituales y criminales. Además, simplemente no podemos evitar esa relación, porque significaría una muerte súbita. El círculo limitado de nuestras relaciones conscientes con otros seres humanos se expande contra nuestra voluntad de esta manera, a través del aire que respiramos constantemente.

Además, el aire nos une en cuanto a nuestro medio de expresión más básico: el habla, ya que el sonido viaja en forma de ondas de aire. Las ondas de aire nos conectan con un avión que vuela a un kilómetro por encima de nosotros cuando escuchamos sus motores. El aire mueve el polen que nos produce alergias. Podemos construir castillos fortificados alrededor de nuestro ego, tal vez desde nuestro orgullo o egoísmo, o nuestro deseo de “aislamiento”, sólo para que el aire se burle de esas fantasías infantiles y nos obligue a conectarnos y ser uno con todo (y con todos) lo que queremos escapar. El aire es, pues, el elemento sobre el cual el hombre puede experimentar una prolongación fundamental de sus relaciones. Géminis es el primer signo de aire del zodíaco.

Nace un Pensador

Una expansión viva de nuestro ser a través de la búsqueda constante de nuevas conexiones: tal es la esencia de la experiencia humana bajo el signo de Géminis. A nivel biológico, esta expansión se produjo cuando la mano apareció como un hecho evolutivo entre los organismos vivos. De hecho, la mano, regida por Géminis, es el símbolo primordial del reino humano dentro de la vida orgánica. Mediante el uso de sus manos, el hombre aprendió a fabricar herramientas, y las herramientas le permitieron controlar y cambiar su entorno. Las nuevas sensaciones dieron paso a nuevos modelos de relación y a una mejora progresiva de sus reacciones y sensibilidades. De las manos a los nervios y luego al cerebro: tal es el proceso de control de Géminis en el desarrollo de una personalidad. En este camino nace el pensador, descendiente de un fabricante de herramientas.

La persona Aries no vive el pensamiento como un proceso asociativo basado en las materias primas de su experiencia personal. Siente las “ideas” como semillas del pasado, pertenecientes al ciclo anterior cuando la Fuerza de la Noche era dominante. A través de Tauro, esas ideas o revelaciones inspiradoras están hundidas en la sustancia de las sensaciones humanas y las reacciones orgánicas. Sólo en Géminis el proceso se convierte en un comportamiento consciente y orgánico bajo la guía de la Fuerza del Día.

El proceso de pensamiento controlado por la energía de la Fuerza del Día es muy diferente al controlado por la Fuerza de la Noche en Sagitario. El pensamiento de Géminis está, a la vez, ligado a las necesidades de la personalidad y provocado por el entorno. Es aprendido. En cualquier nivel, el pensamiento de Géminis es el que da expresión concreta a los impulsos e inspiraciones que se sienten en Aries. Es un pensamiento verbal condicionado por el lenguaje. La persona Géminis selecciona palabras y conceptos de civilizaciones pasadas que pueden ayudarle a crecer como un individuo. Géminis piensa psicológicamente mientras que Sagitario piensa sociológicamente. Así vemos por qué Géminis es poeta y no filósofo. Él construye con palabras así como las manos construyen con arcilla, piedras y madera.

El Lado Oscuro II

Lo que construye es una representación perfectamente lógica de la realidad basada en intrincadas correspondencias y clasificaciones de cosas, acontecimientos y emociones. Sin preocuparse por las cuestiones sociales, se trata de una representación muy personal y funcional que inevitablemente chocará con la visión del mundo que tiene la sociedad. Un individuo Géminis bien adaptado refinará, cambiará nombres y tal vez redefinirá completamente su clasificación personal para alinearla con el conocimiento socialmente aceptado, pero existe la tentación de adaptar lo que sus sentidos y su mente perciben a la clasificación que ya ha producido, a su realidad. Este es el mundo de los “hechos alternativos” infamemente popularizados por Donald Trump en Estados Unidos y Boris Johnson en el Reino Unido, ambos nacidos con Sol en Géminis, y los “otros datos” a menudo invocados por el presidente mexicano López Obrador, que tiene a Géminis en el medio cielo de su carta natal, su vida pública.

El tipo de persona Géminis está lleno de un vívido entusiasmo y curiosidad por las sensaciones y el conocimiento. A diferencia de Aries, que se identifica con el adolescente que desea expresar una personalidad que es sólo un ideal, Géminis se convierte en el joven universitario que siente que todas las experiencias son suyas con solo pedirlas, que no hay nada que no pueda saberse, que no hay puerta secreta cuya cerradura no se pueda forzar. Con sincero ardor busca vincular todos los actos, clasificar todos los datos, catalogar los dioses y las estrellas del universo entero, diseñar aventuras al cielo y el infierno, todo lo cual puede generar una impaciencia desbocada.

Puerta a la Realización Humana

El símbolo zodiacal de Géminis es una representación convencional de dos columnas, unidas arriba por el techo y, abajo, por el piso del templo del que marcan el umbral. Los masones utilizan dos columnas en su simbolismo, Jachim y Boaz, cada una de las cuales representa una polaridad del ser. La mente perspicaz puede visualizar estas dos columnas simbólicas en todas partes, porque en todas partes hay dualidad y polaridad. Géminis es la Puerta que conduce al templo de la realización humana. A través de la Puerta sopla el viento del destino. Más allá de la Puerta el misterio y el glamour se mezclan con el miedo. En la Puerta, el discípulo hace una pausa, mirando hacia lo más interno con comprensión y expectativa.

En la Puerta es el lugar para hacer una pausa, aceptar y conocer la paz que es la única que puede asegurar al buscador de la realidad espiritual el éxito en su búsqueda. En la Puerta es el lugar donde hay que afrontar los enfrentamientos. Es donde, entre las dos imponentes columnas, todo nuestro pasado se concentra en una experiencia de intensa percatación, a menudo sombría por la desesperación y aterradora por su horror, mientras aceptamos y superamos al temido “Guardián del Umbral”. En la Puerta, el alma joven y desprevenida, llena de excitación y gran curiosidad, tal vez desee lanzarse precipitadamente hacia el misterio. No le importa maravillarse ante las majestuosas columnas. Ciego ante la inquietante presencia, entraría por la fuerza en el templo. ¿Qué encontraría allí? Nada, salvo la furia vengadora de sus frustraciones y sus miedos, salvo la imagen suscitada de sus fracasos más oscuros. Y retrocedería, aturdido y cegado.

El Don de Dejar que las Cosas Sucedan

Por tanto, la persona tipo Géminis debe aprender a hacer una pausa y a esperar. Debe aprender a comprender primero y actuar después. En la Puerta de todas las experiencias tiene que detenerse y escuchar; y hacer una reverencia cuando se encuentre con las dos grandes columnas de la vida, porque deben enseñarle que toda la naturaleza obedece leyes que no pueden ser quebrantadas y que está estructurada por ciclos cuyos ritmos obligan a todas las cosas. El ritmo de la vida se mide por las mareas del destino que controlan el desarrollo de los acontecimientos. Es cierto que todo objetivo y acontecimiento claramente previsto y persistentemente sostenido llega a su madurez. Sin embargo, quien se esfuerza por alcanzar la meta debe aprender a dejar que la meta le suceda a él. No en una expectativa pasiva y un deseo descuidado, sino en el silencio y la pausa que es la paz. La paz obliga a todos los misterios a revelarse. El entusiasmo no es suficiente, es necesario el poder surgido de la comprensión.

Rudhyar escribió: “¿Qué atrae hacia sí todas las cosas? Un vacío contenido dentro de un recipiente fuerte que ninguna presión puede romper”. Hay un vacío interior de la mente que atraerá hacia sí todo conocimiento. Es difícil para la persona típica de Géminis ver que tal afirmación pueda tener sentido. Pero aprender que tiene sentido es quizás la mayor necesidad de Géminis. “El arte de dejar que las cosas sucedan” es el mayor don del Espíritu a su viva curiosidad y a su pasión por llegar al conocimiento y a las cosas en general. Es el regalo de aquello que es la totalidad del ser a la persona que sobrevalora su tenso esfuerzo por ser “consciente” a toda costa; sólo por ser consciente.

Se puede enfatizar demasiado la voluntad de claridad intelectual y formulaciones mentales hasta tal punto que todos, excepto los relativamente pocos hechos capaces de encajar en las estructuras conscientes de la mente, pasan desapercibidos. Se puede enfatizar demasiado el valor y la importancia de las representaciones conscientes. Uno puede forzar tanto su poder de percepción y clasificación que se desarrolla lo que Carl Jung llamó gráficamente y con mucha precisión un calambre en el consciente. A menos que se resuelva este calambre, a menos que el hombre permita que la vida fluya nuevamente dentro de las estructuras relajadas de la mente, el buscador de la realidad nunca encontrará la realización humana, por mucho que crea que sabe.

La sabiduría no es algo que se pueda apresurar: se debe recibir de la vida en su totalidad por la totalidad de nuestra propia naturaleza. La impaciencia y la frenética oleada del deseo sólo perturbarán la sagrada interpretación. La sabiduría que es del Espíritu es un don. Es un don porque le llega al destinatario como un todo completo. No lo ensambla, parte por parte, ni construye apresuradamente un andamio y arroja en él todo el material disponible. La sabiduría es un don. No se debe forzar la entrega de dones. Esta verdad es para que Géminis la aprenda; y ésta, también, debe recibirse como un don. Todas las semillas maduran lentamente, y tanto la sabiduría como la integración son de naturaleza semilla. Hay que crecer en ellas, sin esfuerzo, con serenidad, en fe y en belleza.

Siempre Amor. 🌹🙏💖

Comentarios

2 respuestas a “Tercero: Géminis”

  1. Avatar de Paola Giovine
    Paola Giovine

    Que poético y hermoso escrito! Gracias por tanta belleza y claridad! Mucha Luz en tus palabras! Abrazos

    1. Avatar de RXB

      Muchas gracias por tan amable comentario. Como de costumbre, el agradecido soy yo. 🙏

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